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02 diciembre 2008

Sección Halcones


Llevo varios días sin saber qué decir sobre este disco de Department of Eagles. He llegado a pensar que se trata de otro de esos fichajes de los 4AD del nuevo milenio: una moneda al aire que cuando cae al empedrado –no me imagino de otro modo el patio de Ivo- ya no es de curso legal, pero igual ha aumentado su valor. Ay, ¡cuantos caraduras han sido también expertos en numismática! (he estado a punto de hacer el chiste de this mortal coin, pero…). Este grupo afincado en Brooklyn comenzó a traspasar las finas paredes de su colección de discos allá por el 2001, cuando Daniel Rossen (sí, Grizzly Bear) y Fred Nicolaus decidieron que sus escasas pretensiones de trascender casaban bien con publicar algunos temas en vinilo, participar en varios recopilatorios y dejarse producir por Jeff Saltzman, que luego trabajaría, con tanta suerte como poca fortuna en el álbum "Hot Fuss" de The Killers.

Según cuenta la leyenda, desde que el dúo coincidió en un dormitorio compartido en la Universidad de Nueva York hubo entre ellos mucha química y bastante física; y es que si no, no se entiende que hayan viajado hacia atrás en el tiempo con tanta soltura y así dejarse influir por Paul McCartney, John Lennon, Randy Newman, Mercury Rev, Van Dyke Parks, canciones infantiles, Blur, Beck y hasta… Grizzly Bear. En el Museo Chicote del indie-folk, de la folktrónica (catalogarles, como ya se ha hecho, como "folk de vanguardia", me parece tan contraproducente para ellos como injusto para otros muchos artistas) nuestros amigos nos ofrecen en "In Ear Park" diversas combinaciones de lo anterior, un maremágnum en una pecera de tiempos medios, canciones de campamento adolescente, estribillos levemente adictivos y melodías bonitas, elaboradas y nostálgicas.

Marejadilla en una tarde de domingo que, cómo suelen ser éstas, resultan tan necesarias como abúlicas si no se tiene la imaginación suficiente.

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