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06 febrero 2009

Siempre positivo, nunca negativo.


¿Tienes el corazón medio lleno o medio vacío? ¿Eres de los que se despiertan a las tres, las cuatro de la mañana para ir al baño y luego no pueden conciliar el sueño debido a las múltiples tribulaciones que revolotean por encima de tu cabeza? ¿Has dicho alguna vez aquello de que ‘no soy pesimista, tan solo realista’ con una mueca de desesperación en los labios? Y cuándo intentas dividir 234 entre 12… ¿te salen unas arrugas en la frente que te hacen parecer preocupado y deprimido? Bien, como diría un moderno, es que eres casi normal.

Hace algunos años se publicó un estudio de la prestigiosa Clínica Mayo en el que se afirmaba algo que cualquier persona con un poco de sentido común ya sabía: que pensar de forma positiva es beneficioso no solo para tu salud mental, sino también para la física. En dicho estudio se seguía el periplo vital de 800 vecinos de Minnesota durante nada más y nada menos que 35 años. A todos se les había preguntado, a finales de los sesenta, por su nivel de felicidad, dentro de una escala con unos parámetros bien determinados. Los que encaraban su vida con una sonrisa, independientemente de su edad inicial, el sexo, o el estado civil, han tenido vidas más largas, mientras que un alto porcentaje de pesimistas habían muerto prematuramente. De hecho, por cada incremento de un 10% dentro del índice de pesimismo, había un 20% más de fallecimientos en edades tempranas.

Sentirse bien, o mejor, dicho, una predisposición a sentirse bien, es el secreto de la felicidad. ¿Estará escrito en los genes? ¿Son los padres los que han de inculcar el optimismo en sus hijos? ¿Es el optimismo patrimonio de los que tienen un buen patrimonio o no tiene nada que ver con la riqueza o la escasez? Más allá de los estudios y de las intuiciones de uno, la verdad es que el asunto es misterioso. El chico gordito que se atreve a pedirle salir a la guapa de la clase. El vende-biblias profesional que llama a tu puerta. El político de un partido cuyos afiliados caben en un taxi. El futbolista que centra con los ojos cerrados. Todos los espontáneos que se lanzan al ruedo. Los que juegan siempre el mismo número a la lotería. Los que creen que las personas son buenas por naturaleza. Todos ellos, ¿son ilusos, demasiado osados u optimistas irredentos?

Dicen que el ser humano, a no ser que nos afecte alguna patología, tiende de forma natural hacia lo placentero, y por mero ensayo-error prefiere aquello que sabe mejor, huele mejor o le hace sentir mejor. ¿Será por eso que hay tantos optimistas entre los hedonistas y viceversa?

Artista del día: The Pains of Being Pure at Heart

3 comentarios:

Don Alfonso dijo...

Ser optimista, creo, sólo es producto de algún tipo de ceguera y, en algunos casos, de ciertas pastillas antidepresivas... Pero creo que la contraposición al optimismo no es el pesimismo. No me considero pesimista, aunque desde luego sí sufro por mi condición existencial. No es pesimismo u optimismo. Más bien es esa heideggeriana concepción lúcida de la vida, o la buena fe sartriana, o bien la concepción no lúcida, y la mala fe. Optimismo y pesimismo caben tanto en un lado como en otro, pero no son tan fundamentales.
Y, por cierto, el link al grupo está mal (pone hhttp).

Javier Acedo dijo...

Fíjate si soy optimista, e iluso, que todavía espero un concierto de un grupo Acuarela en Málaga... jejeje...

Pero la cruda realidad me llega, aquí en Málaga esta chunga la cosa...

THE UGLY FACED BOY

Acuarela dijo...

Ya ves. Hacemos conciertos en Cádiz, El Puerto de Santa María, en Huelva y en algún caso incluso en Granada. Pero en Málaga no nos hace caso ningún programador ni promotor local... y la cosa para para largo!