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30 septiembre 2009

Inca Ore: Silver Sea Surfer School



El sonido en el que Eva Saelens escarba cuando graba música como Inca Ore tiene algo imposible de explicar porque es imposible de razonar, de entender. Es música que afecta al oyente desde un plano físico, golpeando el cuerpo. Después de reeditar un split de Inca Ore y Grouper el año pasado, Acuarela presenta en exclusiva mundial Silver Sea Surfer School, el disco menos hermético de Eva Saelens.

A la venta a finales de octubre.

No es difícil imaginar a alguien que ve por primera vez un concierto de Inca Ore –una chica cubierta por un extraño velo, retorcida sobre un teclado y murmurando salmos poéticos delante de un micrófono tratado con pedales- soltando un clásico “mi hijo de cuatro años podría hacer eso”, una respuesta generalmente reservada a cuadros de arte abstracto. Sin embargo, una opinión algo más sensible podría ser “mi hijo de cuatro años podría sentir esto” al ver como Eva Saelens se sumerge con sus canciones en todo el terror y la alegría que conlleva la infancia. Saelens ha sido uno de los nombres clave en la escena de Portland desde sus albores, habiendo colaborado con gente como Yellow Swans, Jackie-O Motherfucker, Malibu Falcon, Grouper o Gang Wizard.

Eva vive en Oakland (California), ciudad en la que comenzó a grabar música en solitario bajo el nombre de Inca Ore el día que cumplió 25 años. Y, precisamente, los cumpleaños han sido un tema recurrente en las canciones de Eva desde que comenzó este proyecto. Imaginación y las texturas de su música brillando como un montón de reflejos de ella misma. La substancia de la que parecen hechos sus discos –editados a lo largo de los años por sellos como Weird Forest, Not Not Fun, 5RC, Collective Jyrk, Acuarela o Chocolate Monk- es distintivamente suya por la dimensión impredecible de su personalidad musical y la voluntad de viajar siempre a lugares remotos, vírgenes.

Como Inca Ore, Eva ha desdoblado su sonido con el paso del tiempo: de los estribillos colosales que multiplican su voz, convirtiéndola en un coro, a recitados frágiles; de cascadas de teclados a atmósferas casi macabras, siempre llevadas por el misterio.

En su nuevo álbum, “Silver Sea Surfer School”, las palabras vuelven a ser tan fáciles de distinguir como en el primero de sus discos, “Brute Nature Versus Wild Magic”. Eva pulió estas canciones durante meses de ensayo en su casa y muchas empezaron siendo pequeñas odas a sus vecinos, que podían escucharle cantar. A su alrededor había hermanas preadolescentes, una vidente de sesenta años, una familia vietnamita que solía hacer fiestas de karaoke y una familia china que acaba de llegar a los EEUU.

Las canciones se guiaban por ideas cercanas al gospel, centradas en temas emocionales y espirituales, pero con un contrapunto ingenuo, infantil, y arreglos de juguete. Sus versos encierran claves como las de una amistad eterna, el renacimiento a través del amor o afrontar el ajetreo con el que se nos escapan los días. Todos esos temas retorcidos y escondidos entre las notas de un órgano de roca obsidiana.

Myspace de Inca Ore

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