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09 octubre 2008

Wolf Parade y el pop de andar por casa.


El canadiense Spencer Krug (Frog Eyes, Destroyer, Sunset Rubdown, Swan Lake…) se parece a Florent de Los Planetas, a un Florent embalsamado y detenido en 1992. Cuando vino a España hace algunos años como pluriempleado en una gira de Destroyer y Frog Eyes, pasé buenas horas con cute;l, un tipo divertido como sólo lo son las personas que normalmente son muy serias. En muchas ocasiones me veía forzado a preguntarle "Spencer, ¿estás enfadado?", "Spencer, ¿te pasa algo?","Spencer, dime si he hecho algo que te haya molestado…", en plan primera-semana-de-convivencia-con-una-novia que no las tiene todas consigo y que igual no es lo que parecía aquella noche debutante en la que os entendisteis como nunca y los dobles sentidos eran triples en sus labios y en los tuyos. El caso es que Spencer era feliz con su teclado, con sus aportaciones vocales, con su saber estar sobre el escenario, segundo de a bordo del melancólico Dan Béjar o del histriónico Carey Mercer. Ya entonces me habló de diversos proyectos en solitario. Y lo hacía con una mueca que expresaba inseguridad, decisión, ilusión y firmeza, sí, todo ello al mismo tiempo y en la misma mueca. No buscaba la complicidad de nadie. Se notaba que ya tenía la mente en otra parte, aún estando de camino a Gijón, Toulouse o Madrid. Con el paso del tiempo ahora Spencer es capitán de un barco, Wolf Parade cuyo rumbo tiene muy claro: canciones pop bien orquestadas y con un componente dramático entre Xiu Xiu y Franz Ferdinand, Spoon y los Go Betweens. En este segundo álbum titulado "At Mount Zoomer"(referencia al nombre del estudio donde se ha mezclado, guiño al grupo de Montreal A Silver Mount Zion, y a la vez referencia a un término en slang muy muy local referido a las setas mágicas) contiene un puñado de temas que ciertamente emocionan ("Call It a Ritual", "California Dreamer"), que casi siempre convencen, y que se dejan escuchar de principio a fin. Hay momentos en los que parece que Wolf Parade van a decantarse por la salida fácil, pero en otros, cuando parecen estar ante un callejón tapiado, descubren un atajo secreto que hace que el disco nos parezca aún mejor de lo que en realidad es, mejor de lo que será nunca. Bendita magia la suya.

Los osos pardos

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Al primo del Che Guevara de chaqueta verde le falta algo de barba.