Mi madre casi me llama Elvis (por Elvis Presley).
Pero nací un 24 de diciembre, y Jesús pareció
más pertinente (hijo, además, de María y José).
Con ello quiero explicar que la música estuvo presente en
casa desde niño. Creo que mi madre conserva no menos de 100 vinilos del Rey, y
desde muy pequeño me transmitió la obsesión por las canciones, bailar sin
reglas, y las historias más allá de las biografías oficiales.
Una de mis primeras "obras creativas" fue hacer
en una cartulina una especie de portada de un periódico inventado, en el que
con tijeras, fotos y recortes glosé los últimos días de Elvis, echándole la
culpa de su muerte al pérfido doctor que le suministraba las pastillas. Yo
tendría 5 años.
"The Pelvis" siempre estuvo allí. Luego pasé
por fases en las que entraban y salían Michael Jackson, Madonna, Kool &
The Gang, Prince, Lionel Richie (creo que "Hello" fue la primera
canción con la que lloré), los Beatles, Bob
Dylan (esto por mediación de mi tía, 10 años menor
que mi madre, y orgullosa poseedora de una guitarra acústica que tocaba cuando
se sentía incomprendida) y Simon & Garfunkel.
Pero la epifanía fue cuando un verano, teniendo yo 12
años (finales de agosto del 85), una amiga melómana de nuestro grupo de amigos
de veraneo me grabó una cinta: Earth Wind and Fire, Stevie Wonder, los Jackson
5... En la cara B me añadió lo que ella denominó "cosas de mi hermano
mayor".
Era el
"The Head on the Door" de The Cure.
Ahí empezó todo.
Al verano siguiente yo ya me había hecho con mi primer
Rock de Lux (que guardo con anotaciones, subrayados, etc...), y me dirigía a
Plymouth (UK) a aprender inglés con dos amigos de clase que luego han hecho
carrera: Victor Lenore (Rock de Lux, Lengua de Trapo) y Manolo Martínez
(Astrud), dentro de un viaje con otros 80 alumnos que venían de Cartagena,
Huelva o Don Benito.
Los tres estudiábamos juntos primero de BUP en el
Instituto San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María, Cádiz. De hecho yo
había sido compañero de Manolo desde la EGB en el Colegio Público José Luis
Poullet, aka "El Pantera Rosa", por el llamativo color de su fachada.
Pero mis verdaderos aliados en aquel casi iniciático
viaje fueron las casetes de "Psychocandy" de The Jesus & Mary Chain,
"Standing on a Beach" de The Cure, "Swordfishtrombones" de
Tom Waits y "Armarios y Camas" de La Dama se Esconde.
Los escuché obsesivamente.
No entendía a Tom Waits, pero me acostumbré a no acostumbrarme a pensar que la música independiente significaba
ceñirse a un determinado sonido de guitarras.
Segunda epifanía.
Mi madre había insistido
en que hiciese aquella excursión, que aprendiese inglés. Yo me negué varias
veces. Pero al final –por dejar de escucharla- accedí.
Mi madre. La primera
influencia musical en mi vida.
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