Hace unas semanas escribí un poema relacionado con el baloncesto. No es el primero ni será el último en el que incluya elementos de mi deporte favorito. El pudor -y el hecho de que necesito años para pulirlos y estar seguro de que pueden ser leidos por otras personas- me indica que no lo debo cortar-y-pegar aquí y ahora. Pero fue divertido combinar, botella de vino en ristre, metáforas sobre el juego y sus muchas variantes con nítidas imágenes que me atormentan desde el pasado verano, cuando combatía mis penas y mi aburrimiento asistiendo en directo a los partidos del Eurobasket sub 18. Creo que vi más veces a Ricky Rubio que a mi ex (no lo era por entonces, aunque estaba a punto de serlo). Ciertamente puedo decir que muchas veces me desperté por las mañanas pensando "last night a Ricky saved my life".

Ha pasado casi un año. Ricky Rubio es ahora, con toda su juventud, parte fundamental de la selección absoluta y jugará la olimpiada. Si ya era bueno entonces, ahora es mejor. En defensa y en ataque.

Me gustaría pensar que lo mismo me ha sucedido a mí.

Increible jugada de Ricky contra Lituania