21 enero 2009
Barbas
Más por dejadez que por conciencia fashion desde hace unas semanas he decidido no afeitarme. Y mientras siempre ha sorprendido mi escaso vello en brazos y pecho (cualquiera de mis novias ha superado mi capacidad capilar), resulta que alrededor de la boca ha crecido una tupida mata de pelo que podría ser casi un pasaporte a La Meca. Es curioso como ha cambiado mi vida desde entonces. En los viajes en avión he notado como la seguridad se iba estrechando cada vez más. Las miradas de la la policía me daban por altamente sospechoso. La seguridad privada se frotaba las manos y luego se ponía los guantes. Los registros han sido al detalle. Mi equipaje era abierto en canal. Las preguntas se sucedían. ¡Y todo por la barba!
Cierto es que ha crecido mal, con formas talibanes, carne de cañón de cualquier iluminado. Pero también es verdad que cada vez que he pensado en volver a ser el que era y mutilarla frente al espejo, alguien ha sugerido que me quedaba bastante bien. Hasta se ha llegado a decir que así puedo comer más porque la papada seguiría oculta. O que a cierta edad un hombre tiene que llevar barba para ser más respetable. Incluso que de esta guisa uno tiene más aspecto de escritor, aunque lo único que haga sea leer compulsivamente. Mi vida social también se ha visto afectada. No solo me llaman “señor” más a menudo –en la frutería, en la cola del autobús, al pedirme la hora…-, sino que comprendoque ya no pertenezco a muchos lugares que frecuentaba hasta hace unas semanas. ¡Me siento viejo en los sitios donde mi primera frase suele ser “ponme lo de siempre”! Pues bien, “lo de siempre” parece ahora un mortífero licor célebre durante las guerras púnicas.
Qué incomodidad en la barra o junto a la pista de baile. Qué desazón al dar con un amigo o conocido que no te reconoce a la primera. “¡Es que con esa barba…!”, exclaman certificando que ahora eres otra persona, un adulto hecho a sí mismo gracias a estar permanentemente modelando su propio rostro sobre la base de cómo se imagina en un futuro no muy lejano. Ahora todo depende de mí. He perdido el control y me inclino por comprobar hasta donde puedo llegar, si en breve me pareceré a Paul Verlaine o a Will Oldham o a Kart Marx. Me encuentro en un carrusel estético donde la transformación es permanente. Espero recobrar la cordura lo antes posible y volver a desnudar mi cara antes de que sea demasiado tarde. Y no solo no me reconozca, sino que mi imagen en el espejo, conservando la barba, se ría de mí y salga corriendo.
Artista del día: Iron and Wine
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4 comentarios:
Ja...! Qué bueno; llevo desde septiembre sin afeitarme, y me han dicho/llamado:
- Náufrago.
- Misionero.
- Vagabundo.
- Terrorista.
- Venerable (?).
- Parezco más viejo que mi hermano (5 años mayor que yo).
- Comunista.
- Otros.
Efectivamente, entre todos han conseguido que me mire en el espejo y en fotos de antes del verano y que no me reconozca...
Ánimo.
Te recomiendo oir el album de 'CONSPIRACY OF BEARDS', siguendo con las barbas ;-) versiones a capella del señor cohen.....
estamos en las mismas, solo que yo necesito mucho más tiempo para que la cosa pase de "esta mañana no te has afeitado ¿no?" y que la mía es más bien rojiza.
A mi, me encanta la barba, me gusta mucho el aspecto que da. A estilo talibán o terrorista como muchos me han llamado, me la he dejado en dos ocasiones, y siempre he recibido comentarios negativos: "Te hace cinco años mas viejo", "Pareces un guarro", "Tienes pinta de intelectual, pero por favor afeitate".
La verdad es que para la gente era una ventaja, ya que a la hora de hablar, el tema del tiempo que hace hoy, quedaba en segundo plano, y podían alargar la conversación con más comentarios absurdos y faltos de contenido.
Aunque mi experiencia me dice, que las patillas anchas y largas que llegan casi a la boca, les llama mucho mas la atención a la gente... Pero de cualquiera de las maneras, siempre te miran como si se tratase de una especie poco común, mutada de lo humano.
Me corté hace unas semanas la barba, por petición de mi pareja. Ahora me la he vuelto a dejar para poder tener esas grandiosas patillas que tanto me gustan.
Por la resistencia de las barbas!
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