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03 enero 2009

Leonard Cohen es tu hombre


LEONARD COHEN: gravedad relativa
Por Jesús Llorente


Se presentó en el festival IN-EDIT de 2006 el documental “I’m your man” sobre la vida y la obra de Leonard Cohen, incluyendo un concierto celebrado en Sidney en 2005 con versiones del artista canadiense a cargo de gente como Nick Cave, U2 o Beth Orton. Nos atendió amablemente y desde el otro lado del Atlántico su directora, Lian Lunson.

(entrevista telefonica aparecida en el Diario Vasco hace casi tres años. Me apetecía rescatarla así, sin retoques y con la habitual torpeza de cuando escribo para un medio más mediano que pequeño)

Lian (Victoria, Australia, 1959) tiene la suerte de no enfrentarse en “I’m your man” a un artista más grande que ella (y que todos nosotros) de un modo demasiado reverencial, ni con un respeto desmedido. No del modo mascota-de-Hitler en “El Hundimiento”, ni Ignacio Ramonet fermentando baba ante Fidel Castro (o su holograma). Se ha involucrado en su vida como una asistenta que se acaba casando con el señor de la casa. ¿Como quiere usted a su icono favorito? ¿Muerto y enterrado como Tim Buckley? ¿Genio y figura hasta la (creemos) sepultura tipo Dylan? ¿Maldito como Robert Johnson o John Coltrane? ¿Inabarcable como Tom Waits? A Leonard Cohen nos lo sirve Lian en bandeja como un menú degustación de canción y literatura, con postre incluido: ¡nuestro mito sabe actuar! Nah, olvida a los que dicen que es mejor intérprete que cantante, porque en el fondo, ¿qué demonios significa eso? ¿Qué es mejor chef que cocinero? “En realidad es un documental para fans hecho por una fan de alguien a quien admiro mucho. Lo que pretendía era mostrar la esencia de un Leonard Cohen que tiene muchas caras y muchas facetas, pero que ante todo es una persona que desprende fuerza y valentía, uno de los artistas más influyentes de los últimos 40 años”, afirma Lian.
Son incontables los iconos cuya obra es excelsa y cuya influencia es perniciosa. En mi opinión Nick Drake, Morrissey o Pisasso son buenos ejemplos. Han definido de tal modo su estilo, que a veces actúa como una camisa de fuerza en los brazos de aquellos que se rinden a ellos. En cambio otros abren su estilo lo suficiente como para ejercer una influencia enriquecedora. Creo que Leonard Cohen es un buen ejemplo de ello. Algunos artistas son espoleta y otro son unas joyas. Están mejor bajo llave.

Lian –actriz, productora, empresaria y hasta directora de vídeo clips para Neil Young, Pearl Jam o Public Enemy- convenció a Leonard Cohen a través de otro documental que dirigió para la televisión basado en la figura de Willie Nelson. “Desde entonces nació más que una relación profesional una amistad entre nosotros. Creo que el documental refleja esa conexión. Es verdad que no solo se trata de un tributo a Leonard, sino a aquellos artistas a los que éste ha influido de forma más destacada. No tuve que persuadirle demasiado para que colaborase. Sé que tiene fama de persona que no se deja ver, pero en realidad no es así”. Tiene razón, Leonard Cohen es una especie de cliché, como un póster de The Cure en la habitación del adolescente atormentado en las películas juveniles de los 80. O las flores en el pelo del mal estudiante de Berkley, o la cresta con gomina del punk más punk de la zona residencial. Leonard Cohen es sinónimo de seriedad, de ceños fruncidos, de gabardina negra y un cuervo en el hombro. En el imaginario colectivo es como el Dios del Antiguo Testamento. Y en realidad él es como Jesús en el Nuevo. “Opino que Leonard no está actuando en el documental. Se le ve muy cómodo y dominante, pero no en el sentido de avasallar al espectador o a los músicos que claramente muestran su admiración en las entrevistas. Su humildad no es calculada”. Escucharle leer el prefacio a la edición en chino de “Los hermosos vencidos” es un privilegio que debemos a Lian. Y solo por ello merece la pena acercarse a este documental/película/homenaje, escrito con la energía de un neófito, con la devoción de alguien que quiere que todos compartamos la emoción de conocer a Leonard, a Mr. Cohen, a Leonard Cohen, de corazón y desde el corazón. “Mi percepción sobre él es la misma que antes de conocerle. Al principio me daba un poco de miedo, como si fuese a ser Bob Dylan o algo así, pero se trata de un hombre eminente y agradecido al mismo tiempo”.

Y no olvidemos el sentido del humor. Amigos aspirantes a periodista musical, guarden este as en la manga: cada vez que una entrevista se ponga difícil pregunten: “Oiga/n, y no cree/n que los críticos en general no entienden el sentido del humor de sus letras?”. Se lo aseguro, esta frase es capaz de cambiar cualquier rictus mohíno en un gesto alegre y vivaracho. TODOS los artistas creen que la gente y los críticos no entienden su “peculiar” sentido del humor. Lo que sucede con Leonard Cohen es que realmente, TIENE sentido del humor, sus letras resuman sarcasmo e ironía, guiños, triples sentidos, gracejo y paradójico desdén. Es una mezcla del Señor Morita (vamos, ¿Karate Kid?), y Keats. “Se trata de alguien que ha vivido mucho, con muchas capas, muchas entradas y salidas. El ingenio y la sonrisa son sus mejores armas para relativizar todo lo que significa: seriedad, voz grave, poesía, historia. No olvidemos que siempre ha dicho que comenzó a escribir para atraer a las chicas, como un trovador medieval y se nota que conserva todo ese carisma”. Desde luego Liam sabe que Leonard es poeta, ante todo, y esa es la sensación que domina “I’m your man”. Esa, y la de que estamos ante un hombre que contiene toda la dignidad del mundo. La directora reconoce que a veces se sentía como la presidenta del club de fans de Leonard Cohen, de un Cohen que trasciende su biografía y este mismo documental, y sabe perfilarlo para que contemplemos sabiduría sin pedantería, espiritualidad sin dogma, encanto sin encantamientos, ilusión sin ilusionismo. A nadie escapa que lo mejor del film es el propio Cohen, cuya presencia basta para casi salir de la pantalla como si fuera un el apuntador que se sabe todas las preguntas y todas las respuestas. Y que hace que todos los demás, desde Rufus Wainwright a Jarvis Cocker, desde Bono a Antony den lo mejor de sí mismos. “Pienso que están todos espléndidos, pero mi actuación favorita es al final, cuando canta ‘Tower of Song’ acompañado de U2. Es como el resumen de toda una carrera, de una obra fascinante, y el mejor final posible de la cinta”, nos dice Lian con una carcajada que recorre la línea telefónica desde Los Ángeles hasta aquí.

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