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15 enero 2009

Memoria bilis


Cuando eres joven nunca te sientes tan bien como crees que tienes derecho a sentirte. Buscas aquí y allá para encontrar algo que agarre del cuello a la felicidad y la mantenga a tu lado, pero sin ataduras. Cuando pienso en mi vida de hace quince, veinte años, recuerdo a un adolescente que no tenía las cosas muy claras y que iba tomando decisiones armado de poca paciencia y mucha improvisación. Las escenas de bar, de cama, de patio de instituto, de etílicas fiestas y resacas agarrado a una almohada, se mezclan en mi cabeza como si fueran las de una película que no recordamos si nos gustó o no, pero que es importante por algo.

Dice la periodista norteamericana Ann Marlowe en su libro “Cómo detener el tiempo” (Anagrama, 02), que lo bueno del pasado es que ya no va a convertirse en pasado porque “lo peor que le puede ocurrir al pasado ya le ha ocurrido y no sugiere tanto la muerte como el presente”. De modo que volverte hacia el pasado tiene sentido, aunque sepas que nunca vas a alcanzarlo. Y encima, al intentar recomponer el rompecabezas de la memoria lo primero que te ocurre es que cuanta más perspectiva ganas más pierdes pie. Agitas la coctelera de sabores, imágenes y sonidos y lo que sale se parece poco a ti, o asemeja esos rostros monstruosos que podemos crear al unir la nariz de una guapa cantante, la frente de una modelo atractiva y los pómulos y labios de nuestra actriz porno favorita.

¿Por qué aquel chico greñudo decidió no salir aquella noche de 1990, dejando que su mejor amigo ligara con la chica que más le gustaba? ¿Qué motivos le movieron a intentar besar a la persona equivocada en una feria de 1988? ¿Por qué dejo el baloncesto apenas comenzaron los primeros dolores en las rodillas en 1987? ¿Qué le hizo decidirse por una universidad y no por otra? ¿Y si en vez de escuchar un disco de Leonard Cohen aquel verano en 1989 hubiese puesto uno de Madonna? ¿Habría cambiado su visión del mundo? ¿Y su ceguera ante ese mismo mundo?

Por entonces la única cualidad que poseía era la juventud, y todo lo demás (la bondad y la maldad, la furia y la modestia, la falta de carácter y los arrebatos de violencia) estaban en estado embrionario. Me asusta pensar en el cómo, el por qué de ciertas decisiones, ciertos guiños del destino forzados por el azar o la necesidad. En realidad, lo que nos gustaría a todos es que nuestro yo de hace dos, tres décadas nos hiciese una visita y se sintiese orgulloso. Y conseguirlo es el origen de esfuerzos sobrehumanos por convertirnos en una persona hecha y derecha, y no desecha y torcida. Me atrevo a decir que la mayoría estamos al cincuenta por ciento. Y que el otro cincuenta ya no depende de nosotros.

Artista del día: New Order

4 comentarios:

A.G. Pym dijo...

Hola! Felicidades por la entrada y por todas las anteriores. Tu blog es de obligada visita diaria. Está muy chulo, de verdad. Me suelo identificar, a veces peligrosamente, con lo que escribes...y últimamente estás muy activo...

Un abrazo.

P.d. Muchas gracias por descubrirme a Eric Chenaux. Qué talento, no?

A.G. Pym dijo...

Hola! Felicidades por tu entrada y por todas las anteriores. Tu blog es de obligada visita diaria. Está muy chulo, de verdad. Me identifico, a veces peligrosamente, con gran parte de los que escribes...y últimamente estás muy activo...

Un abrazo.

P.d. Muchas gracias por descubrirme a Eric Chenaux. Qué talento, no?

Acuarela dijo...

Gracias a ti. Ojalá Eric venga por España durante este año, es genial en directo... como toca la guitarra!

Abrazos,

jll.

Unknown dijo...

Me encanta. Estupenda entrada.
Este blog ha sido un gran descubrimiento.