07 enero 2009
ERIC CHENAUX: Sloppy Ground
Llegas en tren a una ciudad, digamos que Madrid. Los aledaños de una estación suelen ser como la primera impresión de una persona que te gusta pero a la que conoces en un tanatorio. Grafitti de la peor calaña, el extra-extra-radio sin voz ni voto, cercanías con gente apretujada que se aleja, torres de electricidad, estrategias de supervivencia, pasos a nivel. Mi primera impresión de Eric Chenaux fue como la del vestíbulo de la Paddington Station en Londres: amable, educado durante unos minutos, caótico y confuso durante las horas punta. En el pasado festival Tanned Tin pasé junto a él horas frente a un ordenador ayudándole a comprar diversos billetes de autobús, avión y –sí- tren con destinos tan dispares como Gijón, París o Barcelona. Eric tiene la doble ciudadanía suizo-canadiense, y una tarjeta de crédito con los números casi indistinguibles. ¡Decía que la había utilizado para abrir muchas puertas y entrar en muchas casas por sorpresa! No en vano toca en bandas como The Reveries, The Guayaveras, Drumheller, Nightjars, The Allison Cameron Band y The Draperies. En Castellón, Eric parecía el guiri más atribulado del mundo, siempre necesitando asistencia, consejo, psicólogo y relaciones públicas, pero cuando se le conocía un poco más, resultaba ser un encanto de persona y, claro, de artista.
“Sloppy Ground” también juega, cómo no, al equívoco. Un disco de pop, de folk, de rock a ratos, de improvisación, casi siempre basado en su voz narcótica, imaginativos arreglos de guitarra, solos, desarrollos e interludios. Baladas hawaianas, country cantado como un crooner en Las Vegas, preciosos apuntes de una precisión envidiable. Este trabajo remite a Derek Bailey y a Neil Young, a Gavin Bryars y a King Cobb Steelie, y nos va llevando por diferentes estaciones, desde el invierno hasta el siguiente otoño, sin prisa y sin pausa, a la velocidad justa y sin ruido de fondo.
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